La costumbre del ser humano en
jugarse sus ganancias en cuestiones o acontecimientos de toda clase se remonta
a tiempos lejanos. Podríamos realizar una exhaustiva investigación o ir a las fuentes
históricas para ver quién fue el primero en apostar algo de su propiedad para
buscar su disfrute personal. Posiblemente todo empezó con una frase del estilo
de: “A que no hay huevos de…”.
Con esta frase como pretexto el
arte de apostar se expandió a campos como el deporte, el arte o el ámbito
laboral. Tiempo después aparecieron los casinos. Lugares donde uno
podía apostarse el sueldo de todo un mes en una tarde, y además, sin tener
ningún tipo de complejo con ser reconocido al tratarse de recintos cerrados
totalmente herméticos con respecto al mundo exterior. Visto el éxito que
tuvieron los casinos desde un primer momento, el espectáculo estaba servido,
los dueños dieron rienda suelta a su ingenio para organizar triquiñuelas (edificios
sin ventanas, sin relojes, etc.) con el fin de robarle unos minutos más de su
vida a cada cliente.
Una vez se ha levado a cabo una
democratización de las nuevas tecnologías, casinos y casas de apuestas han encontrado
en las redes sociales un altavoz perfecto. Por medio de la publicidad que
ofrecen la mayoría de sitios web para poder llevar a cabo su actividad, las
empresas dedicadas al juego o a las apuestas llegan a público de toda clase que
redirigen a sus propias webs. A mi juicio es especialmente preocupante la
capacidad de llegar hacia nosotros que tienen estas franquicias que hacen de
algo que resulta adictivo para las personas. Estamos ante un tema controvertido
que hace cómplices a las redes sociales.
Pues si que es cierto que nos bombardean todo el rato con publicidad sobre las apuestas y no comprendo cómo no está prohibido. Es un vicio más como el alcohol o el tabaco y crea una adicción, la ludopatía.
ResponderEliminarPD: yo una vez gané mucho dinero apostando.
Un artículo muy interesante. Las apuestas deportivas entretienen y hacen amenos muchos de los partidos, pero pueden llegar a ser peligrosos por la ludopatía que puedan crear. De todos modos, jugando de forma razonable puedes pasar grandes ratos.
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